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El poder de una decisión instantánea: cómo cambié mi vida al dejar de beber

2 de noviembre de 2024 por
El poder de una decisión instantánea: cómo cambié mi vida al dejar de beber
Paolo Maria Pavan
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Paolo, pasaste de necesitar una botella de ginebra al día para funcionar a dejar el alcohol por completo de la noche a la mañana. ¿Cómo lograste hacer ese cambio?


Esa es una historia que llevo muy cerca del corazón, y no se trata solo de dejar el alcohol. Se trata de un cambio de perspectiva, una decisión radical de retomar el control de mi vida en un momento de absoluta claridad.


Verás, el alcohol no era solo por el alcohol en sí. Era una forma de adormecerme frente a las presiones, el agotamiento y el vacío que sentía en ese momento. Era mi vía de escape habitual. Me había convencido de que lo necesitaba para funcionar, para mantenerme al día con el caos de mi vida, para soportar el estrés de dirigir negocios, gestionar expectativas y lidiar con problemas personales. Una botella al día se convirtió en mi manera de silenciar el ruido. Pero lo cierto es que el ruido no desaparece—solo se entierra, y eventualmente te alcanza.


Llegué a un punto en el que me di cuenta de que la ginebra no me estaba ayudando a funcionar—me estaba destruyendo. Y no solo me afectaba a mí, estaba afectando a las personas que me rodeaban, a mi trabajo, a mi claridad mental y a mi capacidad de estar realmente presente en la vida. Hubo un momento—llámalo un momento de profunda claridad o simplemente una confrontación cruda conmigo mismo—en el que comprendí que si seguía por ese camino, iba a perder más que mi salud. Iba a perderme a mí mismo. Esa realización me golpeó como un tren de carga. No fue algo que se fue acumulando lentamente; fue una decisión instantánea, como encender un interruptor.


Esa noche tomé la decisión. No más. No fue una reducción gradual, no fue “vamos a ver cómo va”. Sabía que para mí tenía que ser todo o nada. Decidí que si iba a recuperar mi vida, no iba a hacerlo en pequeñas etapas. Iba a hacerlo en un solo momento decisivo. Eso es lo que funcionó para mí—la ruptura radical y total. El poder de esa decisión no estaba solo en dejar de beber. Estaba en reconocer que tenía el poder de cambiar todo en mi vida, al instante, si así lo decidía. La ginebra era solo el símbolo de una transformación más grande que necesitaba hacer.


A la mañana siguiente, no solo me desperté sin resaca. Me desperté con una sensación de libertad, con la sensación de que había vuelto a tomar las riendas de mi vida. Me di cuenta de lo mucho más clara que estaba mi mente, de cuánta más energía tenía, de lo mucho más vivo que me sentía. El contraste fue inmediato. Era como si todas las cosas que había estado adormeciendo—mis ambiciones, mi creatividad, mis relaciones—volvieran con intensidad. Y pensé, "¿Por qué volvería atrás?"


Entonces, ¿cómo lo logré? Tomé una decisión. Una decisión real. No se trataba de fuerza de voluntad o de resistir la tentación—se trataba de decidir, en lo más profundo, que quería una vida más grande, más clara y más poderosa que cualquier cosa que el alcohol pudiera ofrecerme. No fue fácil, pero fue sencillo: me comprometí conmigo mismo a que mi vida, mi creatividad y mi presencia en el mundo valían más que cualquier escape que una botella pudiera ofrecer.


No se trata de demonizar el alcohol para todos, pero para mí, el cambio no fue solo dejar la ginebra. Fue dar un paso hacia una nueva versión de mí mismo. Y esa es la clave—ya sea el alcohol o cualquier otro apoyo, la transformación ocurre cuando decides que estás listo para ser la mejor versión de ti mismo, sin medias tintas, sin excusas. Solo claridad y compromiso.


Así es como lo hice.

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