Más que nunca, la brecha generacional es un campo de batalla, un desafío a toda escala que abarca cada aspecto de la vida. Día tras día, compartimos espacio con personas cuyos antecedentes, perspectivas y enfoques están a galaxias de distancia de los nuestros. Cada grupo cree que su visión es la correcta, aferrándose a la idea de que su cosmovisión es la universal. Pero aquí está la sorpresa: esa creencia no es más que una ilusión, y una bastante arrogante, en realidad.
Piénsalo: cada generación lleva agua a su propio molino, convencida de que su historia es la que importa, intentando extenderla a través del tiempo, el espacio y todas las experiencias. Los Boomers lamentan a la Generación X, la Generación X sacude la cabeza ante los Millennials, y los Millennials miran con escepticismo a la Generación Z. Es un ciclo vicioso donde, en verdad, el problema no es quién tiene la razón o no; el problema es nuestra incapacidad compartida para encontrar un lenguaje común, un sistema de valores universal que trascienda la edad y nos abra a una comprensión real.
Quizás si tomáramos un paso atrás, nos daríamos cuenta de que nuestros valores no son tan diferentes. Lo que llamamos “diferencias generacionales” podrían ser solo expresiones distintas de los mismos valores fundamentales, evolucionando naturalmente junto con nosotros. ¡Y menos mal! Imagínate si todo se quedara igual generación tras generación… No, gracias.
Un Tira y Afloja Generacional: ¿Por Qué Estamos Realmente Luchando?
Aquí está la verdad que nadie quiere admitir: interactuar con perspectivas que vemos como ajenas o incluso opuestas requiere valentía. Aceptémoslo: esta “guerra generacional” que estamos librando no nos va a llevar a ninguna parte. Si acaso, solo solidifica la distancia entre nosotros. Nos quedamos con dos opciones, dos escenarios posibles:
- Nos aferramos a nuestra rigidez y dejamos que la brecha crezca, convirtiéndonos en polos distantes sin capacidad para entendernos o siquiera comunicarnos. Ese camino lleva a la alienación, sin más.
- Decidimos abrir nuestras mentes, acogiendo lo que las generaciones pasadas y futuras tienen para ofrecer, escuchando activamente sus ideas, sueños y quejas. Aquí es donde ocurre la magia. Empezamos a ver que no hay un “correcto” o “incorrecto”, solo diferentes maneras de vivir y sentir la vida. Se trata de estar presentes, no con una agenda, sino con una disposición a entender.
Como Millennials, hemos absorbido todas estas reglas no escritas sobre comportamiento y “éxito”. Hemos vivido de acuerdo a ellas, sin cuestionar mucho el camino trazado. Así que no es sorpresa que nos desconcierte cuando la Generación Z, una generación que pensábamos habíamos moldeado, nos sorprende con una energía completamente distinta: una insistente necesidad de preguntar “por qué” y desafiar suposiciones. Es como si viéramos un reflejo de la libertad que no sabíamos que nos faltaba y, tal vez, en el fondo, haya una pizca de envidia ahí.
Conflicto Generacional en el Trabajo: Cuando la Brecha se Vuelve Difícil
Lleva este choque generacional al lugar de trabajo y se intensifica. Estudios recientes muestran que casi la mitad de los gerentes actuales luchan para liderar a la Generación Z. ¿Por qué? Están trabajando con jóvenes altamente educados, hiper-digitales y notablemente independientes. Pero, a pesar de todas sus fortalezas, no abordan el trabajo como nos “programaron” a nosotros. Y aquí está el giro: estos son jóvenes que ingresaron al mundo profesional durante una pandemia global. Su primera experiencia laboral fue remota, aislada, sin los clásicos rituales de oficina con los que crecimos.
Es fácil malinterpretarlos, ver una falta de habilidades tradicionales como la empatía, el trabajo en equipo y la resolución de problemas interpersonales. Pero piénsalo, ¿cómo podrían haber aprendido estas habilidades detrás de una pantalla? Las reuniones virtuales no enseñan los matices de la colaboración. Claro, son nativos digitales, prosperando en un mundo que ayudamos a construir y que, paradójicamente, cada vez nos cuesta más navegar. Pero la empatía, la comunicación y la conexión humana real son habilidades que se aprenden en el caos de las interacciones cara a cara. Esto no significa que la Generación Z carezca de empatía, sino que su camino para desarrollarla es radicalmente diferente al nuestro.
Más Allá del Trabajo Remoto: Un Llamado a la Interacción Real
No se trata de forzar a todos de regreso a la oficina a tiempo completo. Pero si queremos cerrar esta brecha, necesitamos más interacción cara a cara, más oportunidades para transmitir nuestro conocimiento y recibir el de ellos a cambio. No podemos seguir encerrados en nuestras torres, convencidos de que nuestra forma es la única válida. Porque si lo hacemos, esta brecha existente solo se profundizará. Los gerentes no sabrán cómo guiar o conectar con estos jóvenes profesionales, y la Generación Z, sintiéndose incomprendida y poco valorada, probablemente se incline hacia el trabajo freelance o independiente. No es que el autoempleo sea algo malo, en absoluto. Pero, ¿no sería una oportunidad desperdiciada perder la oportunidad de aprender unos de otros simplemente porque no pudimos dejar de lado nuestras suposiciones?
Construyendo el Puente: Una “Mochila” de Conocimiento Compartida
Me gusta imaginar un puente invisible, un terreno común donde cada generación llega con su “mochila” llena de experiencias, conocimientos y valores que han acumulado en el camino. Imagina lo poderoso que sería si cada uno de nosotros siguiera añadiendo a esa mochila, aprendiendo de lo que los otros tienen para contribuir. Quizás dejaríamos de ver esto como una “lucha” generacional y empezaríamos a verlo por lo que realmente es: una oportunidad de oro para expandir nuestras perspectivas, crecer y evolucionar más allá de los límites de nuestra propia experiencia.
Porque al final, no hay una verdad absoluta, ni una única manera “correcta” de hacer las cosas. Y en el fondo, todos lo sabemos.