Ir al contenido

Millennials, es Hora de Retomar su Carrera: Lecciones del Audaz Camino de la Generación Z

Por qué el mito del "empleo estable" ya no tiene sentido. Inspirados por la Generación Z, los Millennials están replanteando sus trayectorias profesionales, eligiendo crecimiento y propósito sobre una estabilidad anticuada.
15 de noviembre de 2024 por
Millennials, es Hora de Retomar su Carrera: Lecciones del Audaz Camino de la Generación Z
Laura De Troia
| 2 Comentarios

¿El trabajo estable? A nadie le importa ya

Desde la infancia, nos entregaron un mapa: escuela, universidad, trabajo estable. El mundo ha estado susurrando esta historia en nuestros oídos durante generaciones: el trabajo estable, el llamado contrato permanente, ahí es donde termina tu viaje. Ahí es donde finalmente puedes decir: "Lo logré". Para nosotros, los Millennials, los hijos de padres trabajadores que se sacrificaron para que pudiéramos tener lo que ellos nunca tuvieron, esto era el santo grial. Pero aquí está el giro: cuanto más nos aferramos a esta ilusión, más nos damos cuenta de que nunca se trató realmente de nosotros en absoluto.

Llevamos el peso de sus esperanzas, sí, pero también el peso de una idea que está empezando a desmoronarse. Nos mantuvimos en el camino para cumplir con esas expectativas porque, en el fondo, la idea de desviarnos se sentía como una traición. Pero, ¿qué pasa cuando el propio camino está defectuoso? ¿Qué pasa cuando el trabajo estable se convierte en una jaula, no en una recompensa?

La Generación Y y la Realidad Post-2008

Si eres como yo—clase del 83—recordarás la crisis de 2008 como una llamada de atención. Justo cuando estábamos entrando en el “mundo real”, se hizo añicos. Si tuviste suerte, tal vez conseguiste una pasantía no remunerada o un trabajo temporal, seis meses aquí, tres meses allá, con pocas o ninguna esperanza de algo permanente. Y si una empresa ofrecía ese raro contrato permanente, lo aceptabas, pensando, finalmente, estabilidad. Pero, ¿valió la pena?

En intercambio por esta llamada estabilidad, nos encontramos en entornos que nos subestimaban, que nos trataban como si fuera un favor ofrecerme trabajo. Permanecimos por miedo—miedo de decepcionar a todos, miedo de fracasar en un juego que ni siquiera era nuestro para jugar. Y así, nos volvimos hábiles en suprimir nuestras propias aspiraciones en nombre de la seguridad, convenciéndonos de que “así es como es la vida.” Pero tal vez, solo tal vez, hemos estado jugando el juego de otra persona.

Una lección de la Generación Z: Elige el significado sobre la seguridad

Entra la Generación Z. Crecieron viendo el mismo juego, pero aprendieron una lección diferente: no juegues a menos que seas tú quien tenga las reglas. No se doblegan ante las empresas o los títulos. En cambio, son leales a sus propios valores y buscan lugares de trabajo que reflejen su visión, sus sueños. Y si no lo encuentran, son rápidos para salir y elegir el trabajo independiente, el emprendimiento o caminos no convencionales que les den espacio para crecer y evolucionar.

No son inmunes al miedo. Saben que el fracaso es parte del camino. Pero no están atrapados en el ciclo de la validación y las expectativas, porque saben que la verdadera estabilidad no proviene de un título laboral, sino de la capacidad de adaptarse, de ser fieles a sí mismos y de construir un trabajo que importa. Su juventud no los hace superficiales; los libera de la inercia que retiene a tantos de nosotros, cómodos pero insatisfechos, en nuestras acogedoras zonas de confort.

Es hora de aprender de su manual de estrategias

Podemos ver a la Generación Z como un ejemplo vivo de lo que significa recuperar el propósito y la autenticidad en el trabajo. Nos están mostrando que la seguridad a la que nos hemos aferrado es la verdadera ilusión; que la verdadera realización significa despojarse de las redes de seguridad que nos mantienen atados a expectativas que no son nuestras. No se trata de saltar a ciegas, sino de elegir estar completamente presentes en un camino que es genuino, que se alinea con quienes realmente somos.

Entonces, ¿y si los miramos no como rebeldes o soñadores, sino como maestros? Están aquí para recordarnos que el único verdadero fracaso es seguir adelante por costumbre, dejar que nuestras vidas sean dictadas por un guion que nunca escribimos. El trabajo estable no es el destino; es una opción, y una que podemos elegir dejar atrás si no nos ayuda a crecer.

Esto no se trata de imprudencia. Se trata de coraje. El coraje para remodelar los caminos que recorremos, para ver nuestras carreras como una extensión de nuestros valores, y para perseguir una vida donde el crecimiento, no la seguridad, sea nuestra fuerza guía. El trabajo estable puede haber sido el premio para las generaciones pasadas, pero para nosotros, es hora de liberarnos de esa jaula dorada y abrir un nuevo camino hacia adelante.

Compartir esta publicación
Iniciar sesión para dejar un comentario