Permítanme ser claro: la frase más peligrosa en el vocabulario financiero actual es “Hemos decidido no proceder debido a la incertidumbre política.”
La he escuchado dos veces en el último trimestre: una durante una negociación de refinanciación, otra en el contexto de una compra de empresa por parte del equipo directivo. Dos contextos completamente distintos. Un denominador común: la retirada de último minuto por parte del banco, tras meses de diligencia debida, cartas de compromiso y ejecución estratégica ya en marcha.
En ambos casos, la excusa fue la misma:
“La situación global es demasiado volátil.”
Eso no es un análisis de riesgo. Es un eufemismo para justificar la abdicación.
El caos político no es una justificación: es una coartada
Los bancos no temen la incertidumbre. La monetizan. Lo que temen es que se les cuestione cuando reescriben las reglas a mitad del juego. La inestabilidad política se ha convertido ahora en la coartada predilecta para reducir la exposición de capital, dejando a los emprendedores con la carga de llenar el vacío con recursos propios o, peor aún, a través de redes informales con condiciones depredadoras.
En un caso, los €1.5 millones prometidos se redujeron a €1.2 millones… apenas semanas antes del cierre.
“Encuentra el resto en otro lado”, dijo el banquero.
¿Pero dónde, exactamente?
De amigos. De proveedores. De clientes. De prestamistas privados. Las mismas personas que exigirán retornos de dos dígitos y asumirán cero responsabilidad cuando todo se derrumbe. Y recuerda: todos ellos van después del banco en la línea de acreedores. Siempre.
Esto no es financiación. Es un juego de gallinas disfrazado de diligencia debida.
Detrás de cada PYME hay un ser humano que asume el riesgo
Debemos abandonar la ilusión de que las PYMEs son instrumentos sin riesgo para el crecimiento económico. Son personas reales. Familias reales. Planes de jubilación reales. Cuando un banco se retracta de una hoja de términos ya firmada, no solo interrumpe una transacción. Retrasa una pensión, desestabiliza un matrimonio o descarrila diez años de esfuerzo y sacrificio.
En un caso, el emprendedor se enfrenta ahora a la absurda situación de tener que vender su propio edificio a un fondo de inversión—solo para volver a alquilarlo y mantener viva la operación. Esto no es emprendimiento. Es una demolición controlada.
No tenemos un problema de mercado. Tenemos un colapso de confianza.
El problema no son los tipos de interés ni la inflación.
Es la inconsistencia.
Lo que escucho desde la primera línea financiera es escalofriante:
“Al menos antes, los políticos eran impredecibles dentro de un marco. Ahora, es caos disfrazado de liderazgo.”
Una semana, un nuevo impuesto. La siguiente, una marcha atrás. En EE.UU., cada discurso se contradice con el anterior. En los Países Bajos, nadie sabe quién lleva el volante. ¿Y los bancos? No esperan claridad—se retiran al primer ruido.
La incertidumbre ya no es una variable. Es el valor por defecto.
Mi mensaje para los legisladores
La claridad no es opcional. Es infraestructura.
Los emprendedores no necesitan rescate. Necesitan puntos de referencia.
Denles:
- Normas fiscales consistentes
- Instrumentos de pensión previsibles
- Narrativas regulatorias claras—no titulares
La ausencia de visión no es neutralidad. Es negligencia.
Mi mensaje para los emprendedores
No lo estás imaginando. No estás solo.
Y no estás loco.
Si tu financiación se derrumba tres semanas antes de la ejecución, no lo internalices como un fracaso. No es incompetencia. Es un sistema atrapado en su propio cortoplacismo.
Documenta todo.
No des nada por hecho.
Exige garantías por escrito.
Y prepárate con amortiguadores—no solo de capital, sino también psicológicos.
En Xtroverso, no arreglamos este caos. Lo desciframos.
Porque la claridad es la primera forma de protección—y la verdad es el único capital real que queda en pie cuando el sistema titubea.
Co-Founder of Xtroverso | Head of Global GRC
Paolo Maria Pavan es la mente estructural detrás de Xtroverso, combinando el rigor del compliance con la visión estratégica del emprendimiento. Observa los mercados no como un trader, sino como un lector de patrones—rastreando comportamientos, riesgos y distorsiones para orientar una transformación ética. Su trabajo desafía convenciones y redefine la gobernanza como una fuerza de claridad, confianza y evolución.