Paolo, a menudo dices que el personal branding está muerto, o que el mercado lo ha matado a pesar de su importancia. ¿Qué quieres decir con eso?
Ah, sí—cuando digo que el personal branding está muerto, o más precisamente, que el mercado lo ha matado, estoy respondiendo a lo que el concepto de personal branding se ha convertido en el mundo actual. Déjame explicarlo.
El personal branding, en su esencia, debería tratarse de autenticidad. Se trata de saber quién eres, qué representas y cómo quieres mostrarte en el mundo. Es la proyección de tu identidad y valores únicos de una manera que resuena con las personas, especialmente con potenciales clientes o colaboradores. ¿Ese tipo de personal branding? Eso es oro. Es real, es poderoso y te diferencia porque está arraigado en quien realmente eres.
Pero aquí está el problema: el mercado ha deformado el personal branding en algo falso, algo repetitivo. Hoy en día, el personal branding se ha convertido en un ejercicio de molde donde a todos se les dice que sigan las mismas estrategias: perfecciona tu LinkedIn, crea el pitch perfecto, publica frases inspiradoras en las redes sociales, crea una imagen que atraiga a todos. ¿Y qué ha pasado? Se ha vuelto superficial. Se ha convertido en empaquetarte como un producto en lugar de expresar tu verdadero yo, con sus imperfecciones y humanidad.
El mercado ha matado el personal branding porque lo ha transformado en un juego de apariencias. Todos intentan parecer perfectos, estar "a la moda", y esto está creando un mundo de identidades insípidas y poco auténticas que no conectan realmente con la gente. En lugar de destacar, acabas mezclándote en este mar de personas pulidas que parecen iguales. Ha perdido su impacto porque se trata más de manejar percepciones que de una verdadera autoexpresión.
Cuando digo que está muerto, me refiero a la forma en que la gente lo está utilizando hoy en día. La gente trata el personal branding como si fuera una lista de verificación: logo, eslogan, biografía, presencia en redes sociales, y se olvidan de que la marca debe estar viva. Debe evolucionar contigo. Pero cuando la reduces a esta fórmula que todos siguen, ya no estás creando una marca, solo estás interpretando un papel, y el mercado lo percibe.
Piensa en cómo los freelancers, especialmente las generaciones Y y Z, están bajo presión para construir esta “marca perfecta”. Se les dice que deben crear una imagen en lugar de centrarse en el trabajo que hacen, el valor que aportan y en quiénes son realmente. Terminan pasando más tiempo curando una imagen pública que perfeccionando sus habilidades, ampliando su experiencia o encontrando su voz única en el mercado. El mercado ha creado esta máquina donde el personal branding se trata más de actuar que de ser auténtico, y por eso ha perdido su significado.
Ahora, el personal branding en sí no es el problema. La idea de que debes ser intencional en cómo te presentas sigue siendo importante. Pero la manera en que el mercado lo ha distorsionado en este ejercicio de autopromoción hiper-pulido, eso es lo que está muerto. La gente está deseando ver autenticidad, no perfección. No quieren ver otra “marca personal” que se trate solo de historias de éxito superficiales y frases motivadoras. Quieren ver personas reales, con defectos, con perspectivas únicas, con historias que se sientan auténticas. Ahí es donde reside el poder del personal branding: no en el pulido, sino en la autenticidad.
Entonces, cuando digo que el mercado lo mató, estoy señalando este enfoque corporativo y mecánico del personal branding que le quita lo que lo hace poderoso: tu humanidad. Es hora de alejarnos de esta idea de que tu marca personal es algo que creas como si fuera una campaña de marketing. En lugar de eso, debería tratarse de cómo te presentas, qué defiendes y lo que ofreces de una manera que sea únicamente tuya, no solo lo que el mercado espera.
Si quieres que el personal branding vuelva a tener importancia, es hora de romper las reglas. Deja de seguir las mismas estrategias desgastadas y empieza a ser real. Que tu marca personal sea una extensión de tu verdadero yo, no una versión fabricada para agradar a todos. Porque en un mundo lleno de personas pulidas y curadas, la autenticidad es lo único que destacará.