Paolo, has recibido críticas por permanecer completamente en silencio después de la bancarrota de Noostech. ¿Podrías compartir tu perspectiva sobre por qué elegiste ese enfoque?
Sí, fui criticado por guardar silencio tras el colapso de Noostech, y entiendo por qué la gente lo vio de esa manera. En un mundo donde se espera una declaración rápida, una disculpa o una explicación inmediata, mi silencio probablemente pareció que estaba escondiéndome, o peor aún, que no estaba asumiendo la responsabilidad. Pero la verdad detrás de esa decisión es esta: el silencio fue intencional. No se trataba de evitar el tema, sino de reflexionar, reagruparme y encontrar claridad antes de decir algo.
Cuando Noostech cayó, lo último que quería hacer era reaccionar impulsivamente, lanzando declaraciones solo para satisfacer la demanda de una respuesta. No quería caer en el ciclo de tratar de gestionar la percepción pública mientras aún estaba procesando lo que había sucedido, tanto a nivel personal como en términos del negocio. Necesitaba averiguar no solo por qué falló Noostech, sino qué iba a hacer después, cómo iba a crecer a partir de ese fracaso. Y eso no es algo que se pueda apresurar.
En esos momentos de caos, cuando todo se está desmoronando, es fácil dejarse llevar por el ruido: todos tienen una opinión, todos están observando, y existe esta presión para abordar la narrativa pública. Pero sabía que reaccionar demasiado pronto habría sido un error. Necesitaba tiempo para reagruparme, analizar la situación con honestidad y entender las lecciones más profundas de ese fracaso. A veces, el silencio no es una forma de evitar la responsabilidad, sino de asumirla, al asegurarte de que cuando hables, estés diciendo algo real, algo pensado y algo con significado.
¿Y la verdad? El público no siempre merece una explicación inmediata. Sí, me criticaron, pero la mayoría no estaba interesada en la verdadera historia, solo querían ver un espectáculo, saber qué salió mal para poder hablar o analizar desde la barrera. No iba a alimentar eso. No le debía a nadie una respuesta apresurada. Lo que me debía a mí mismo, y a las personas que realmente importan, era tiempo para reflexionar, reconstruir y regresar con algo auténtico y fundamentado.
Hay otra capa en esto también. En el momento del fracaso, hay un ruido emocional abrumador: la decepción, la pérdida, el golpe al ego. Hablar inmediatamente en ese estado a menudo significa decir cosas impulsadas por la emoción, la frustración o la necesidad de salvar la imagen. No quería hacer eso. Quería hablar desde un lugar de claridad e integridad, y eso significaba guardar silencio por un tiempo. Tenía que dejar que el polvo se asentara, tanto externa como internamente, antes de estar listo para hablar sobre lo que sucedió.
En el mundo de hoy, donde la transparencia a menudo se confunde con la gratificación instantánea, el silencio se ve como sospechoso. Pero para mí, no se trataba de ocultarme. Se trataba de tomar el control de mi propio proceso, de darme el espacio para reagruparme sin la presión de actuar para una audiencia que en su mayoría solo quería ver cómo manejaba el fracaso. Y cuando finalmente hablara, sabía que tendría algo más valioso que decir, algo que reflejara las lecciones que había aprendido y la claridad que había ganado, no solo un intento apresurado por calmar la tormenta.
Así que sí, guardé silencio después de la caída de Noostech, pero ese silencio fue mi manera de recuperar el control de la narrativa, en lugar de ser arrastrado en mil direcciones por las expectativas externas. Se trataba de respeto propio y de negarme a dejar que el ruido de la opinión pública dictara cómo respondía a uno de los momentos más difíciles de mi carrera. No iba a reaccionar, iba a responder, y hay una gran diferencia entre ambas.
Rechazando el Espectáculo: Por Qué Elegí Reflexionar y No Reaccionar Tras Noostech