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Deja de descartar el “¿cuál es el sentido?” de la Generación Z: es la pregunta que todos necesitamos.

La Generación Z no es perezosa: desafían sistemas obsoletos y buscan propósito. Escuchar sus preguntas nos invita a crear un futuro más significativo.
16 de diciembre de 2024 por
Deja de descartar el “¿cuál es el sentido?” de la Generación Z: es la pregunta que todos necesitamos.
Paolo Maria Pavan
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Paolo, enfatizas la importancia de detener las críticas hacia la Generación Z por siempre preguntar “¿cuál es el sentido?” y, en cambio, enfocarse en brindar respuestas significativas y constructivas. ¿Podrías explicar tu perspectiva y compartir algunos ejemplos?

Me apasiona este tema porque a menudo se critica a la Generación Z por preguntar, “¿cuál es el sentido?”, ya sea sobre el trabajo, las normas sociales tradicionales o incluso la estructura del sistema educativo. La gente dice que son perezosos, poco motivados o que se creen con derechos, pero eso no es lo que está ocurriendo. Cuando la Generación Z pregunta, “¿cuál es el sentido?”, están desafiando sistemas obsoletos y buscando un significado más profundo. No están rechazando el trabajo duro ni la responsabilidad; están rechazando hacer cosas que sienten que no tienen propósito o que están desconectadas del mundo que están heredando.

Verás, la Generación Z ha crecido en una época de desafíos globales intensos: cambio climático, inestabilidad económica, convulsiones políticas, y han sido alimentados con promesas vacías e ideas desactualizadas sobre lo que significa el éxito. Han visto a generaciones mayores trabajar hasta el agotamiento, sacrificando su salud y felicidad, solo para descubrir que los sistemas que se suponía brindarían estabilidad, a menudo no lo hacen. Así que, cuando preguntan “¿cuál es el sentido?”, es una pregunta legítima y seria. Están buscando autenticidad, propósito y sistemas que estén alineados con sus valores.

El problema es que las generaciones mayores a menudo ven esta forma de cuestionar como una falta de respeto o pereza, en lugar del hambre por respuestas significativas que realmente es. En lugar de criticarlos, necesitamos comenzar a involucrarnos en estas preguntas con seriedad. Necesitamos tener el coraje de dar respuestas reflexivas y constructivas o, mejor aún, estar abiertos a co-crear nuevas soluciones con ellos.

Aquí hay un ejemplo: En el ámbito laboral, un empleado de la Generación Z podría preguntar, “¿cuál es el sentido de trabajar de 9 a 5 en una oficina si puedo hacer mi trabajo igual de bien de forma remota?” En lugar de descartar eso como un capricho, tengamos una conversación real. Tal vez la respuesta sea que algunas tareas realmente se benefician de la colaboración presencial y podemos hacer que esos días sean significativos, en lugar de forzar un horario desactualizado. O quizás admitimos que algunas tradiciones laborales son solo eso—tradiciones que ya no tienen propósito—y repensamos cómo abordamos la productividad y la flexibilidad.

Otro ejemplo: Cuando la Generación Z rechaza las trayectorias profesionales tradicionales y pregunta, “¿cuál es el sentido de escalar en la empresa si significa sacrificar mi salud mental?”, están planteando una preocupación válida. Quieren saber que el trabajo que realizan no se trata solo de generar ganancias, sino de tener un impacto positivo. En lugar de criticarlos, podríamos aprovechar la oportunidad para reexaminar nuestros valores como organizaciones. ¿Cómo podemos estructurar el trabajo para que sea tanto gratificante como sostenible? ¿Cómo podemos ofrecer roles en los que las personas sientan que están contribuyendo a algo con propósito?

Incluso en la educación, cuando la Generación Z pregunta, “¿cuál es el sentido de memorizar datos si tengo acceso a toda la información del mundo al alcance de mis manos?”, deberíamos tomarlo en serio. Tal vez sea hora de reconsiderar los métodos tradicionales de enseñanza y enfocarnos más en el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad, en lugar de la memorización mecánica. En lugar de sentirnos amenazados por sus preguntas, podríamos usarlas como una oportunidad para reimaginar cómo preparamos a las personas para el futuro.

Lo que estoy diciendo es que las constantes preguntas “¿cuál es el sentido?” de la Generación Z son una invitación a repensar y reconstruir. Están pidiendo sistemas que sean transparentes, auténticos y alineados con un propósito real. Si los ignoramos, estamos desperdiciando una oportunidad de adaptarnos y evolucionar. Pero si les respondemos con reflexión, si nos involucramos y colaboramos, podemos crear nuevos sistemas que funcionen mejor para todos.

La Generación Z no es perezosa—son conscientes, están despiertos y no están dispuestos a conformarse con una vida sin sentido. Quieren que su trabajo, su educación y sus vidas tengan sentido, que contribuyan con algo real y que estén alineados con un futuro por el que valga la pena luchar. Les debemos respuestas serias, no críticas despectivas. Y nos debemos a nosotros mismos el crecimiento que proviene de escuchar sus desafíos y abrazar su deseo de hacer que el mundo tenga un propósito más claro.

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