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Beber para Funcionar: La Trampa Oculta de Usar el Alcohol como Combustible

3 de noviembre de 2024 por
Beber para Funcionar: La Trampa Oculta de Usar el Alcohol como Combustible
Paolo Maria Pavan
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Paolo, has mencionado que bebías alcohol para funcionar, no para olvidar. ¿Podrías explicar un poco más qué quisiste decir con eso?


Ah, sí, hay una gran diferencia ahí. Cuando digo que bebía para funcionar, no para olvidar, me refiero a cómo el alcohol se convirtió en un mecanismo de afrontamiento para lidiar con la rutina diaria, la presión y la constante necesidad de rendir. No se trataba de huir del pasado o de ahogar recuerdos dolorosos, sino de sobrevivir al presente.


Para mí, el alcohol no era una vía de escape de algo traumático, como lo es para muchas personas. No intentaba borrar experiencias dolorosas ni eliminar emociones que no quería enfrentar. Era más bien una manera de mantenerme al día con las demandas de la vida: los negocios que dirigía, las expectativas de los demás, el ritmo implacable. De alguna manera, el alcohol se convirtió en mi combustible, mi forma de sobrellevar el agotamiento, el estrés y la presión mental. Sentía que me daba un impulso para atravesar los largos días, las noches interminables y el constante ajetreo. Pero, por supuesto, eso era solo una ilusión.


Beber para funcionar es como echar gasolina a un fuego para controlarlo; parece funcionar al principio, pero en realidad solo hace que todo arda más rápido. Esa botella de ginebra al día no me ayudaba a funcionar; estaba ocultando las grietas que comenzaban a formarse bajo la superficie. Me daba una falsa sensación de estar "en control", pero en realidad estaba erosionando mi enfoque, mi energía y mi capacidad de estar realmente presente en mi vida.


Es diferente de beber para olvidar, donde las personas pueden estar tratando de adormecer el dolor o el trauma. Mi relación con el alcohol no tenía que ver con el pasado; se trataba de intentar gestionar la intensidad del presente. Estaba intentando mantener el motor en marcha a toda velocidad, mantener el control de todo lo que me rodeaba, y el alcohol parecía una herramienta para eso. Pero no lo era. En lugar de afilar mi capacidad, la estaba embotando.


Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que beber para funcionar es aún más peligroso en algunos aspectos porque es engañoso. Te convences de que usas el alcohol para mantenerte al día, para seguir adelante, para rendir a un alto nivel, pero en realidad está trabajando en tu contra todo el tiempo. Difumina la línea entre estar “bien” y ser dependiente, y ahí es donde se vuelve tóxico.


Así que, cuando me di cuenta de que el alcohol no me ayudaba a funcionar, sino que enmascaraba mi verdadero potencial, fue cuando se produjo el cambio. Necesitaba alejarme de esa muleta para ver de lo que realmente era capaz sin ella, y honestamente, ese fue el gran avance. Darme cuenta de que no necesitaba el alcohol para funcionar, que en realidad estaba mejor sin él, me devolvió mi libertad.

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